Toca, elabora, mima la pelota… Esa ha sido la apuesta de juego del Ciudad de Lucena esta temporada, que se perfila de acuerdo con la filosofía de juego del técnico Dimas Carrasco. Y que se transmite también en los números del equipo: su liderazgo en el número de pases, en los balones al hueco, en la posesión, las jugadas elaboradas…

Crear, recuperar, crear… Esa es la espiral de juego del cuadro lucentino que basa su estilo en la creatividad. Aspira a darle forma al juego desde la belleza, tratando de sorprender al rival con gestos técnicos y conceptos tácticos, a través de jugadas hiladas con un sello de imaginación.

Y así, no es difícil reconocer el estilo de juego del equipo cordobés, amante de doblegar al rival a base de calidad. Pero, el Ciudad de Lucena no renuncia a otras facetas claves del juego. Y si la creación es fundamental, no resulta menos importante la capacidad de doblegar la máquina de calderas donde se forja la fabricación del juego rival. Y ese trabajo resulta al mismo tiempo, exhaustivo.

La recuperación es otra de las obsesiones del libro de ruta de los hermanos Carrasco. Porque, al fin y al cabo, recuperar es frenar la acción del contrario y, al mismo tiempo, poner las bases para volver a construir. Y esa exigencia ha cundido en todos los futbolistas lucentinos. Por líneas, es la medular la que más se desgasta en esta tarea junto con los extremos: Toni Pérez es el eje (más de 15 recuperaciones por partido) y a partir de él todo gira. Mario, Luismi, Alberto, Diego Yacob y Adrián abanderan ese trabajo de intensidad y concentración, donde apretar la pérdida es innegociable. Y a su vera, el despliegue físico de los extremos, donde Erik y Joselinho se encuentran por encima de la decena de robos por partido.

Esa labor de recuperación es también clave para recomenzar, para volver a mimar el balón, para darle forma de nuevo a este estilo de juego con el que convence el Ciudad de Lucena… Crear, recuperar, crear.